¿Volver a poner tus pisos y casas en alquiler o renovar inquilinos?

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¿Volver a poner tus pisos y casas en alquiler o renovar inquilinos?

El mercado del alquiler está en un momento de efervescencia. La gran demanda y la recuperación en el sector ha hecho que los pisos y casas en alquiler vuelvan a recuperar su valor, sobre todo en zonas urbanas y donde últimamente la demanda se hace más fuerte. Tras años de infravaloración del arrendamiento, los jóvenes estudiantes y los trabajadores quieren pagar los precios del mercado para conseguir una propiedad cerca de la Universidad o el trabajo. En consecuencia, nuestro comportamiento respecto al alquiler se asemeja cada vez más al de nuestros países europeos vecinos.

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Renovar nuestro inquilino puede generar una incertidumbre económica mayor que un margen de beneficio bajo.

A pesar de todo, la media de alquileres española está muy por debajo de los precios en el resto de Europa. Únicamente en grandes ciudades, como Madrid o Barcelona, están alcanzando altas cifras en zonas de gran demanda y poca oferta. Por ello, los pisos y casas en alquiler ofrecen gran rentabilidad para los caseros.

Entonces, ¿qué debería hacer un casero? El dilema de conservar el inquilino o renovarlo por una renta mayor recae sobre el arrendador. En realidad, depende de cada situación. Si el alquiler que paga un inquilino actual difiere mucho del precio que ha alcanzado en el mercado, tal vez no habría que renovar el contrato. Pero, siempre hay riesgos. La seguridad de un inquilino conocido no se puede reemplazar para algunos.

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En algunas zonas de gran demanda, es mucho mejor renegociar el precio o simplemente optar por un nuevo arrendatario. 

De hecho, la morosidad o estragos materiales en la propiedad son riesgos que se corren actualmente. Estos actos forman parte de la venganza de los inquilinos que han sido echados a la calle por sus caseros. Echar a un buen inquilino y substituirlo por otro desconocido por una renta mayor, a veces, no sale como esperábamos. Sin embargo, como caseros se puede llegar a un acuerdo con el inquilino de confianza. Si se negocia una subida de precio razonable, pueden salir ganando las dos partes.